Crucita, niña rizosa, poetisa, trigueña, ojizarca…, y lo que es más, chavala espectacular, parlanchina a más no poder y señalada por el dedo del Cosmos, que no es cosa que se vea todos los días. Ser privilegiado, en suma, cuyas andanzas son largas y enrevesadas, sí, muy aparatosas y teatrales, y movidas…
Crucita, a quien también se conoció como Maricruz (pero eso no se dice porque es nombre de gallina), o como rubia, bella durmiente, niña pequeña, especie de maciza y otros muchos adjetivos del mismo tenor, nació de unos seres que se querían; vivió a cuerpo de rey toda su vida; se reprodujo, aunque no sin dificultades, y enfiló el camino hacia adelante con la satisfacción del deber cumplido.
¿Aún me escuchan…? Pues les voy a decir más. Palabras acabadas en culo hay muchísimas, casi todas de cuatro sílabas, y las principales son: báculo, cenáculo, pináculo y tabernáculo; vernáculo, espiráculo y oráculo; o bien, espectáculo, habitáculo, tentáculo y obstáculo…
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Crucita y yo es una novela, pero Crucita, su insigne protagonista, es una niña de las que no se ven –imagino que eso ha quedado claro–, aunque además es…
C arismática
R ecomendable
U fana
C aradura
I lustrada
T eatrera
A tractiva
Y uxtapuesta
Y
O ptimista